martes, 9 de julio de 2013

Oda al ruiseñor 

                                                           John Keats

    (Fragmento)

I

Mi corazón pena, y un sopor doloroso nubla
mis sentidos, como si hubiera bebido la cicuta
o vaciado hasta al fondo un opio lento
hace un minuto, y hacia el Leteo yo me hundiera;
no por envidia de tu feliz estado
sino por ser feliz en tu felicidad,
cuando tú, leve alada Dríade del bosque,
en un sector melodioso
de hayas verdes y sombras incontables
cantas del verano con garganta plena desatada.


II

¡Oh! ¡Por un trago de vino conservado
largamente en lo profundo de la tierra,
con sabor de Flora y verde campo,
de baile y canción provenzal y dorada risa!
¡Oh! Por una copa plena del tibio sur,
plena de la fiel hipocresía pudorosa,
con breves burbujas borbotando sobre el borde,
y púrpura la boca;
que pudiera beber, y dejar el mundo sin ser visto,
y contigo perderme en el bosque opaco:


III

Perderme lejos, disolverme y olvidar casi
lo que tú entre las hojas nunca conociste:
la fatiga, la fiebre y la ansiedad
de aquí, donde los hombres se cuentan sus lamentos,
donde el temblor agita unos tristes y últimos cabellos blancos,
donde el joven se vuelve flaco, espectral, y muere:
donde pensar es rebosar de angustias y tristezas
de párpados de plomo,
donde la belleza no puede mantener sus ojos
encendidos ni el nuevo Amor desearlos más de un día.

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