Quejas de menón por diotima
Hölderlin, Federico
(Fragmento)
A diario salgo fuera buscando siempre otro camino, hace mucho he probado todos los senderos de la tierra; visito allá arriba las frías alturas, las umbrías y las fuentes; acá y allá yerra mi espíritu, solicitando paz; tal huye el venado herido en los bosques, donde al mediodía descansaba otrora seguro en la sombra; pero ya no le reposa el corazón
su verde yacija, pues doliente e insomne la espina le hace dar vueltas.
No le socorre el día ni le sirve el frescor de la noche, y en vano baña las heridas en el frescor del torrente.
Y así como en vano le depara la tierra su gozosa hierba curativa, y ninguno de los céfiros calma su hirviente sangre, oh amados, ¿también a mí me ocurrirá así, y nadie puede quitarme de la frente el triste sueño?
¡Sí!, de nada sirve tampoco, dioses mortíferos, después que sujetáis y domináis al hombre subyugado, y que, perversamente, le hundís en la triste noche, que se afane entonces, implore o se encolerice con vosotros, o viva pacientemente en el terrible destierro, y os escuche sonriendo vuestra canción sin alma: ¡Si ha de ser así, olvida tu salvación, y duerme sin queja!. Pero aún, pese a todo, brota en pecho un son de esperanza, aún no logras, ¡oh alma mía!, no puedes acostumbrarte, y sueñas en medio del férreo dormir.
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