martes, 9 de julio de 2013

Sonetos

  William Shakespeare

   (Fragmento)

I

De los hermosos el retoño ansiamos 
para que su rosal no muera nunca, 
pues cuando el tiempo su esplendor marchite 
guardará su memoria su heredero. 
Pero tú, que tus propios ojos amas, 
para nutrir la luz, tu esencia quemas 
y hambre produces en donde hay hartura, 
demasiado cruel y hostil contigo. 

Tú que eres hoy del mundo fresco adorno, 
pregón de la radiante primavera, 
sepultas tu poder en el capullo, 
dulce egoísta que malgasta ahorrando. 

Del mundo ten piedad: que tú y la tumba, 
ávidos, lo que es suyo no devoren. 

II

Cuando asedien tu faz cuarenta inviernos 
y ahonden surcos en tu prado hermoso, 
tu juventud, altiva vestidura, 
será un andrajo que no mira nadie. 
Y si por tu belleza preguntaran, 
tesoro de tu tiempo apasionado, 
decir que yace en tus sumidos ojos 
dará motivo a escarnios o falsías. 

¡Cuánto más te alabaran en su empleo 
si respondieras: " Este grácil hijo 
mi deuda salda y mi vejez excusa ", 
pues su beldad sería tu legado! 

Pudieras, renaciendo en la vejez, 
ver cálida tu sangre que se enfría.

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